Drácula y la leyenda que no debió ser contada; o al menos así. Se convierte en una dosis de fantasía y y de viejas leyendas, con una cuidada factura e imagen y baja en defensas ante las peripecias usuales en producciones de fácil consumo.
Cuenta la historia de Vlad el Empelador, príncipe rumano tomado como por Bram Stoker para la creación de Drácula. Pero ni mucho menos estamos en una historia de Stoker, el guión flojea y carece de momentos de real acercamiento a la historia. Todo discurre en batallas, que se antojan ganadas antes de que empiecen, que se mueven a grandes ritmos y donde los personajes interpretan sin la grandeza con la que visten.En resumen. Vivimos escenas de pretencioso carácter heroico a golpes de murciélagos contra el campo de batalla. Este aperitivo post-crepuscular retoma grandes mitos pero sin la honestidad necesaria para resultar innovador, o al menos tan disfrutable como debería. Le damos 1'5 puntos de cruz.

