No es la mejor película de Hayao Miyazaki, pero se puede ir con la cabeza bien alta. Aquí entran en juego el resto de sus films que son absolutamente maravillosos, y esta quizás sea la obra menos onírica de este gran maestro.
Repleta de metáforas, críticas y belleza, el viento se convierte en protagonista de las ilusiones de un niño por cumplir su sueño, ilusiones que poco a poco se van convirtiendo en las del espectador. Sin duda, esta producción lleva el sello del estudio Ghibli, sus aparatejos, sonidos, movimientos y sonrisas hacen que disfrutes al máximo de las aventuras y desventuras narradas.
Siempre con un mensaje crítico y moralizador, estos films son complejos y encantadores, siendo siempre un gran referente en el mundo del cine y la animación, sobre todo en este último mundo, en el que se echa en falta cada vez más la mano del artesano.
Tiene planos impropios de los dibujos, que normalmente están reservados a actores y actrices de carne y hueso, es un cine muy adulto. El romance está latente y presente como nunca antes lo había narrado Miyazaki. Es una historia difícil de contar y dura de contemplar, pero eso no exime al público de disfrutar de un gran espectáculo.
Con un buen sabor de boca nos despedimos del maestro y le damos 4'5/5 puntos de cruz.