Alexander Payne nos trae una cálida historia de un padre y un hijo, el padre se llama Woody y el hijo ya te lo he dicho. Pues no, se llama: David, David Grant.
Una película de carretera, donde Woody intenta llegar a Lincoln a cobrar un millón de dólares que le ha sido notificado por correo. Su familia intenta que entre en razón pues es claramente un timo pero él no cederá en su empeño y menos aún ahora que su hijo pequeño intenta no hacerle daño y contentarle.
En su largo viaje llegan a su pequeño y chismoso pueblo natal, donde se corre la voz de que ahora son millonarios. También acuden su mujer y su otro hijo para comprobar la salud del padre y ver a la familia y ya que están intentar que todo el pueblo entienda que todo es un bulo fruto de la mente envejecida de un alcohólico. Este populacho con sed de dinero no quiere creer la verdad e intentan hacerse con la fortuna.
Formalmente es lineal, amena y sencilla. LA FOTOGRAFÍA: es especial, con alma y llena a los personajes y paisajes de belleza a base de un equilibrado blanco y negro que dota de aspecto fotográfico a cada plano que junto con un fresco guión y una banda sonora entrañable hace que este film sea natural y rejuvenecedor. Lanzamos un guiño a Payne, a ver si nos ficha en su siguiente película y nos saca más guapas que a estos interesados de geriátrico.
Te damos 4/5 puntos de cruz.