sábado, 3 de mayo de 2014
Pompeya
NOTA IMPRESCINDIBLE: no confundir Paul W.S. Anderson con Wes Anderson, porque te puedes llevar un buen susto en cuanto a lo que a dirección se refiere.
Los primeros 20 minutos son fantásticos y parecen anteceder a una gran película, pero luego llega la cruda realidad y si tenías esperanzas, el leñazo que te pegas no es pequeño.
Se dan una serie de situaciones desconcertantes que no parecen pronosticar las erupción de un volcán, sino el mismo apocalipsis, te hacen dudar si estas a los pies del Vesubio o en el núcleo de la Tierra. La exageración bien utilizada es un plato fuerte, pero aquí resulta delirante.
Encontramos un amor imposible entre clases dispares, un héroe con fuerza sobrehumana, una amistad férrea, y un padre que quiere subir de la escala social, sin importarle lo que se lleva por delante. Tópicos que empobrecen la trama.
Tampoco destaca ninguna actuación, a pesar de contar con la presencia de actores de lo más actuales como Kit Harington, Emily Browning y Adewale Akinnuoye-Agbaje.
Creemos que el gran problema de este tipo de producciones, en las que los romanos van contra todos, es que quieren emular a la gran Gladiator, pero se quedan en un intento de lo que podrían ser al no buscar un estilo propio.
Este es un film que tenía todos los ingredientes: un reparto decente, una B.S.O. molona, un guión que no roza el patetismo y lo absurdo, unos buenos efectos especiales y, además, no caen en la carne fácil y no solo vemos músculos en tres dimensiones.
Son algunos los detalles que la hacen cojear, y no andar en línea recta, quizás sea mayor la decepción por ver lo que podría haber sido, que la decepción por el film en sí mismo.
Le damos 2'5 puntos de cruz, por ver en ella algo más de lo que muestra.