viernes, 2 de mayo de 2014

Carmina y amén


Después de la rompedora e inesperada Carmina o Revienta, Paco León busca sorprender nuevamente rodeado de su familia, en una entrega que deja de a un lado el falso documental para interactuar con otros géneros como el suspense, el terror (brevemente), y la hiperrealidad.

Debemos destacar la nueva dirección que ha tomado, teniendo una tónica más dramática, cambiando la narrativa y hablando de otros temas más potentes. Para los que piensen que Carmina no es actriz y ha pasado de moda, deben saber que ha vuelto más fuerte, rejuvenecida y habilidosa. No solo sorprendió en Carmina o Revienta por esa naturalidad y espontaneidad, ahora lo ha vuelto a hacer sin caer en la monotonía. Si la primera entrega era cercana debido a los soliloquios, en esta ocasión se los dedica a su marido, de nuevo alguien que no está presente, jugueteando con los niveles de realidad.

Aquí nos tenéis con nuestra amiga rumbo al circuito de Jerez.

Pero el éxito de esta producción no solo se debe a la fantástica Sra. Barrios, sino a su descendencia. Por una parte tenemos a María León, gran actriz en auge, que está en constante evolución, cuya actuación pone los pelos como escarpias, además, su personaje más maduro, cobra protagonismo y nos hace pensar en ¿qué tal una María y Amén?.
De otra parte, tenemos a Paco y a su destreza para crear situaciones contrastadas, va desde la poesía a la crítica política, al frío ruido mecánico de un entierro, a la carcajada y al dolor.
Situaciones cobijadas por un humor inteligente del que te quedas prendado.

Además, intenta promover un cine asequible y no solo se centra en actores de determinado prestigio, busca gente natural, que los diálogos fluyan. También está próximo a personas con ciertas discapacidades, ayudando de forma activa, incluso dándoles papeles en el film. ¡Menudo trozo de pan con jamón ibérico es este chico!

Tampoco necesita grandes recursos para  innovar y hacer un buen proyecto, con un pequeño piso se basta para crear una obra maestra.
Por supuesto, es necesario destacar la escena a cámara superlenta a 3.000 fotogramas, que transcurre en el cementerio. Un verdadero poema repleto de plasticidad, gusto y realismo, sin ser pedante ni un estorbo, es más, se convierte en un imprescindible para los amantes del buen cine.


Como veis, motivos no nos faltan para admirar esta pieza, por ello le damos 4'5 puntos de cruz.