sábado, 23 de agosto de 2014

De viaje con François Ozon


Para algunos las vacaciones acabaron o los pocos afortunados aún las estamos disfrutando, y andamos arañando cada día del calendario para que no acaben. De cualquier manera, aún nos queda una semana de agosto para disfrutar del calor, los ventiladores, los sorbetes de limón y la buena compañía del cine.

Para los que disponemos de un presupuesto ajustado os proponemos un viaje por el sensual, arriesgado y elegante cine del francés François Ozon. Una escapada a la Francia de este director resulta gratificante en todos los sentidos. Las localizaciones de su filmografía son cotidianas pero perfectas para el desarrollo de sus personajes (calles, residencias familiares, edificios, piscinas, institutos, casas de campo, ... ). Él convierte los lugares más comunes en un espacio atractivo, los envuelve en una atmósfera idílica para desarrollar la imaginación y reposar la mente, siendo perfectos retales para perderse y evadirse durante metrajes de no más de 120 minutos. Lugares donde siempre que comienzan  los créditos finales querremos volver.

Si ha conseguido hacerse hueco en el competitivo mundo del cine actual ha sido por la gran habilidad que tiene para diseminar cada tema y convertirla en grandes películas con personajes notables. Ha recurrido mucho a temas como la homosexualidad y el factor erótico, pero siempre añadiendo novedad y aplicando inteligencia y pequeños gestos que expresan con exactitud sus ideas e inquietudes sociales. Los desnudos que nos muestra están hechos con tanto mimo y delicadeza que pese al dramatismo que llevan impresos no resultan molestos o un mero objeto morboso, sino que se manifiestan con la naturalidad característica del cine europeo. Con la misma naturalidad se muestran sus personajes femeninos,de gran fuerza y que reclaman sus derechos en cada golpe de presencia tanto en sus personajes más ariscos como en los más pastelosos. Ellas son otro de sus símbolos representativos y protagonizan gran parte de sus creaciones. 

Las historias que componen su filmografía son muy variadas para la suerte del espectador. Pese a que todas comparten el drama como elemento común, siempre encuentra un nuevo método de expresarlo. En unas se acentúa con mayor definición, y en ellas afloran los mayores éxitos y aplausos de su trayectoria, pudiendo destacar Mi refugio (2009) y El tiempo que queda (2005), incluso su última victoria ante crítica y público: Joven y bonita (2013), estrenada el pasado año y que narra la historia de una adolescente que se introduce en el mundo de la prostitución. 

Los toques cómicos suelen aparecer muy disimulados en el transcurso de sus metrajes pero si en algún film hace verdadera presencia es en Sitcom (1998), su primer largo donde cautivo al público francés. En 8 Mujeres (2002) se ayudó del musical para crear una comedia con una puesta en escena que tiene las raíces clavadas en el teatro y en una manada de mujeres sospechosas de haber matado al señor de la casa y que no dudarán en acudir a las acusaciones gratuitas como medio de defensa. Otra de sus comedias recientes es la gran Potiche, mujeres al poder (2010), película ambientada en los años 70 y que recuerda a situaciones turbias actuales de inestabilidad donde los obreros reclaman sus derechos y donde la mujer es un mero pelele. Se ayuda de una estética y recursos sonoros variopintos entrañables que todos reconocemos y que relacionamos rápidamente con aquellos años. La protagonista es toda una maruja hecha y derecha, encasillada en el rol de mujer florero pero no por mucho tiempo, para desgracia de su marido. No se debe subestimar a una maruja y menos si es la gran Catherine Deneuve.

Los oscuros sentimientos y pensamientos ácidos dieron lugar al suspense y la intriga y se hicieron un hueco en su trayectoria. Cobraron imagen y presencia en dos películas de gran sutiliza: Swimming pool (2003) y En la casa (2012). En ambas la literatura es uno más de los protagonistas que encauzará el desarrollo de los actos guiados también por los impulsos y el afán creador. Ambas escritas con una gran inteligencia que da lugar a situaciones magnéticas.

Ya veis que no os mentimos cuando os decimos que visitar Francia con él no es ningún desperdicio ni una pérdida de tiempo, más bien un encuentro enriquecedor con grandes personajes, épocas y mensajes universales para pensar y abrirnos los ojos de la mejor forma posible y mientras escuchamos las grandes canciones que viven en sus historias.