martes, 16 de septiembre de 2014

Boyhood


Boyhood es esa pequeña gran película del año con la diferencia que ésta se hace un pequeño hueco en la historia del cine, por su modo de hacer y concebir el hilo temporal con tanta veracidad. 

No habrás visto nada parecido ni nada que exprima con tanto detalle el crecimiento no sólo físico, sino social y cultural a través de las vivencias de su protagonista, Mason. Las inquietudes de un país se desarrollan como un gran estudio antropológico expuesto con la misma naturalidad y aparente indiferencia de sus escenas.

Todo se enmarca en el extenso retrato de Mason, interpretado por Ellar Coltrane, un niño que crece, descubre y madura con nosotros a lo largo de doce años. En su viaje de maduración tenemos a grandes personajes que conviven y forman parte de una vida movida por pequeños cambios e intentos de reconstrucción familiar. Patricia Arquette y Ethan Hawke a la tutela del protagonista demuestran sus grandes dotes interpretativas como padres separados, que ofrecen las dos caras de la paternidad. 

"Decimos que hay que atrapar el momento, pero en realidad creo que son los momentos de la vida los que nos atrapan a nosotros".

Como bien ha expresado Richard Linklater, "la película no va de gran cosa, va de la pequeñas cosas.(...) No quería exagerar nada, quería que diese la sensación de estar observando la vida real". Y es que son esos gestos y pequeñas fijaciones los que la hacen grande. Como en toda su filmografía nos expone la vida tal cual es. Él la coge y nos la muestra para que observemos y aprendamos de sus errores y aciertos. Cada secuencia desfila con grandes diálogos donde reflexiona e incide en la evolución de nuestra naturaleza y el desarrollo de unas etapas marcadas por la edad, y que nos llevan a creer que la próxima será la mejor, como bien expone el personaje de Arquette al echar la vista atrás en una escena de gran vehemencia.

El film es sobresaliente. Cuenta con un derroche de trabajo, dedicación y devoción por la labor cinematográfica. No solo muestra la labor cotidiana de una familia sino que también se puede entender como un documental que indaga sobre la evolución política, tecnológica, musical, ... que ha ido surgiendo desde 2002. El único escollo que le encontramos es la duración, pese a que sería una completa satisfacción ver como continua la vida para estos personajes, quitarle media hora de metraje la haría más redonda. La propuesta no necesita una duración tan extensa y algunos de esos momentos podrían no ser necesarios en su mensaje.

Linklater hace tiempo que dejó claro que no había que perderle de vista y aquí lo vuelve a mostrar demostrando que no necesita los excesos para ofrecer calidad y originalidad. 
Un gran trabajo que merece ser conocido y al que le damos 4'5 puntos de cruz.