domingo, 25 de enero de 2015

La isla mínima


La isla mínima no tiene nada de pequeña: una gran historia,  grandes personajes sustentados por grandes actores y un inmejorable marco geográfico.

Desde el primer momento atrapa al espectador con unos planos prodigiosos de las marismas del
Guadalquivir. Una vez metidos en contexto vamos siguiendo las andaduras de dos policías que investigan la desaparición de dos chicas adolescentes. Todo es sombrío y calmado en un pequeño pueblo discreto, cobijado por las costumbres y hábitos nacionalistas.

Los dos protagonistas, Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez, deambulan en busca de pistas en esa atmósfera enrarecida y pesada que predomina en todo el thriller. Este género poco habitual en nuestro cine se mueve con vida  en una prodigiosa narración, contada sin excesos y subrayados innecesarios, con intrigas bien resueltas que dan cara al fino trabajo de Alberto Rodrígez,  director que hace tiempo se consagró con títulos de gran calado en el panorama español como 7 vírgenes o Grupo 7. Todo reluce por el buen hacer y en el ámbito actoral la cosa no decae sino que todos los intérpretes se entregan con pasión a sus roles. Entre los nombres que mas relucen está el dúo protagonista y por supuesto Antonio de la Torre y Nerea Barros. La música es otro gran pilar bien medido y que corre a cargo de Julio de la Rosa. La imagen ha pasado por el ojo de otro prodigio nacional, nominado al Goya por tercera vez y que nos sonará si hablamos de La voz dormida (2011) Habitación en Roma (2010) u otros trabajos de Rodrígez como Grupo 7 (2012).

Nosotras hemos caído de lleno en sus enigmáticas aguas ricas en intrigas que se mueven por el cine negro y que desembocan en la que para nosotras es la mejor película española del año. Por ello le damos 4'5 puntos de cruz.